HISTORIA DEL SILVESTRISMO

23.12.2011 19:18

Esto es un articulo encontrado en otras paginas web de silvestrismo que me ha parecido genial para mi pagina.gracias y espero que os guste silvestristas.

 

 

La historia del silvestrísmo La antigüedad del código de canto El manuscrito que ha llegado a poder de la Federación Andaluza de Caza demuestra que el código de canto de los pájaros silvestres data cuanto menos del año 1830. Con esta frase. D.J. Ortiz, canónigo de la catedral de granada, iniciaba el 28 de noviembre de 1830 su discurso en una tertulia de aficionados al silvestrísimo celebrada en la ciudad de la Alambra: “Así como en todos los pueblos se observan unas costumbres diferentes, del mismo modo se notan opiniones y dictámenes diferentes en punto al mérito o demérito en el cante de los pájaros entre sus aficionados”. D.J. Ortiz, natural de Priego de Córdoba, trató de defender la llamada larga del jilguero conocida como “música de Priego” en el foro granadino donde no era apreciada, defensa que al parecer fue efectiva si creemos al autor del discurso, que en nota manuscrita al pie del mismo, afirma que “se logró convencer a casi todos los aficionados y tapar la boca a algún que otro disidente”. De todos modos y con independencia del objeto del discurso, podemos afirmar que el mismo constituye un código de canto del jilguero elaborado de una forma breve y concisa, estructurado en tres apartados: quejas o halagos, pitoleo y señal; música o trama corrida del canto del jilguero y llamadas o sonadas. Define cada uno de los apartados, identificando perfectamente las características que deben tener los cantes: coordinación, timbre, armonía, duración, y estructura, centrándose especialmente en el último apartado, las llanadas, que las podríamos identificar con las coplas con remate de nuestro actual Código de canto. El autor del discurso pone de manifiesto otra de las grandes controversias del silvestrísimo, la dualidad captura-educación, al reconocer que unos aficionados persiguen el cultivo del canto y otros la selección de unas aves que sean capaces de atraer a sus congéneres de forma que “el reclamo que reciba con ellos, no se resiste a la caza” ; aunque también es testimonio de la bestial transformación que ha sufrido nuestro medioambiente, cuando reconoce que el colorín “no es debidamente apreciado por lo que abundan en nuestro país “. Dado el interés del discurso, en el próximo número reproduciremos las páginas del periódico “ Adarve” en donde aparece publicado. Y en el número de noviembre analizaremos técnicamente el Código de Canto que contiene, comparándolo con el actual y demostrado que fundamentalmente, no existe grandes diferencias Texto de D Pedro Trueba Tejero Un documento de gran valor. El manuscrito llegó a mi poder por gentileza de la Sociedad Pajaril Fuente del Rey de Priego, tras haberme suministrado también un artículo del periódico local “Adarve”, que en su número 300 de 15 de noviembre de 1988, publicó íntegro el texto del discurso En su sesión de Historia local ( páginas 12 y 13). El discurso es un documento de gran valor, tanto por su contenido, como por ser un testimonio histórico que en gran medida sigue estando en vigor en nuestros días. El paso del tiempo no ha hecho sino más que matizar diversos ángulos de una misma cuestión: el silvestrísimo como valor cultural que se ha transmitido hasta nuestros días, y que sigue hoy por hoy alimentando polémica entre distintas Comunidades Autónomas, al igual que antes nutrió a diatribas y disquisiciones entre aficionados más o menos locales. Actualmente, estas discusiones están zanjadas en parte por la labor de la Federación Andaluza de Caza, y sobretodo, por la voluntad de los aficionados andaluces, que conservando la riqueza cultural que supone el silvestrísimo, han evolucionado hacia posiciones comunes después de recorrer un largo camino que si bien no ha sido muy largo en el tiempo ( desde 1986), sí ha sido muy intenso.
La antigüedad del código de canto: II parte
La antigüedad del código de canto: II parte

Trascripción del manuscrito de silvestrísimo

Como indicamos en nuestro anterior número, por el enorme interés que tiene, publicamos a continuación el texto íntegro del discurso pronunciado en Granada, el 28 de noviembre de 1830 por el canónigo de la Catedral de Granada, D.J. Ortiz (natural de Priego de Córdoba), en defensa de la llamada larga del jilguero, conocida como "música de Priego". El manuscrito reza textualmente así;

"Así como en todos los pueblos se observan unas costumbres diferentes del mismo modo se notan opiniones y dictámenes diferentes en punto al mérito o desmérito en el canto de los pájaros entre sus aficionados. Sin ser mi ánimo impugnar esos varios pareceres, me propongo sólo hacer reseña de las partes que constituyen o componen el canto del jilguero, llamado también colorín a causa de los distintos y bien matizados colores de la pluma con que lo adornó la naturaleza, y que no es debidamente apreciado por lo que abunda en nuestro país.

Entrando pues en el objeto de este escrito, digo que el canto del jilguero, se reduce a los puntos siguientes:

1.Quejas o halagos, pitoleo y señal.

2. Música o trama corrida de su canto.

3. llamadas o sonadas.

En orden al primer punto, o sea, a los quejidos, muy poco debo pararme en su examen, mediante a la conformidad de opiniones, pues todos están de acuerdo en que los quejidos son tanto mejores cuanto son más largos o tendidos, claros y de un buen timbre o metal; mas entre los quejidos se distinguen los llamados dobles o pegadillos, porque se componen de dos, en un todo iguales y son en cierto modo preferibles a los sencillos, puesto que al reclamo que reciba con ellos, no se resiste la caza.

Respecto al pitoleo, todos son buenos si son propios o puros de colorín.

Señal es el piteo alto y esforzado que da el pájaro cuando oye o siente venir y aproximarse otros de su especie.

Segundo punto: música corrida del canto, es muy natural en todos los pájaros y para el aficionado debe ser poco importante en la graduación a su mérito, pues si bien es verdad que todos procuramos sea lo más limpia posible de garras o risetas, también es cierto que no hay ni uno solo cuya música no envuelva alguna leve risera, y si existiera exento de tal falta, sería un fenómeno, pues que salía y se apartaba del canto o del idioma, digámoslo así, impreso por naturaleza. Siendo esto innegable, se ríen los aficionados de mejor gusto de los apologistas de la música (que algunos llaman otra) esto es, de aquellos que sólo por ella califican el mérito de los pájaros, cuando por el contrario tanto mejores y más apreciables son, cuanto menos obra o música tengan.

En efecto, pregunto yo: ¿qué gusto presta al oído ni qué utilidad daría en el campo un pájaro que no hiciese otra cosa sino musiquear , aunque su obre fuese toda clara y limpia de garras o risetas?

Seguramente respondería todos que ninguno. Pues bien, si la obra o música no es de gusto ni utilidad, ¿por qué ese empeño en enaltecerla y la pretensión de sobreponerla a las llamadas arregladas y derrumbo? Y no se abroguen por último la defensa de la música diciendo que en la que es buena deben necesariamente contenerse y expresarse las llamadas; pues es evidente que en esto mismo se da en ellas con justicia la preferencia que les corresponde.

Y a la verdad, el mérito esencial del canto del colorín o jilguero consiste en sus llamadas, que paso a explicar para concluir lo que me ha propuesto pues el tercero y último punto, el de las llamadas o sonadas.

Grandes disputas se han originado y agilado entre los aficionados sobre meras accidentalidades; unos quieren se prefiera la llamada de bli-bli-bli-chio; otros la de li-li-li-chio; algunos prefieren la de coin-coin-coin-chio; y no faltan quienes estén por la de alameda o cascabel. Dependiendo esto del gusto particular de cada individuo, me abstendré de calificar ni de desaprobar ninguna de las arriba expresadas; pero nunca serán buenas ni aceptables si no están bien coordinadas, bien medidas y carecen de claridad y buen timbre.

Las llamadas se dividen en dos clases, a saber, cortas y largas. Las primeras constan comúnmente con el nombre de salida y final o remate. La salidas es pues la que diferencia las llamadas; si el pájaro articula bli-bli-chio, se denominará la llamada así; y si articulase coin-coin-chio se denominará de coin-chio. Y lo mismo se entenderá de las demás, siendo de advertir que será mejor aquella llamada cuya salida tenga más puntos o repetición de notas.

Para el debido conocimiento, es esta parte se establece la regla siguiente: la llamada no será perfecta ni arreglada si en la salida no se repite tres veces por lo menos la articulación que la constituya; por ejemplo, la de bichio, no será arreglada si el pájaro no la expresa así: blibli-blibli-blibli-chio. Y lo mismo las otras.

Entre las llamadas cortas, se cuenta también la que se denomina de alameda distinguiéndose de ellas sólo en el final o remate, que unas concluyen con el chio y la de alameda termina en un punto alto agudo y ametalado bastante grato al oído.

Hay además otras llamadas extravagantes y estrafalarias cuya aplicación, por ser con razón despreciadas por los aficionados, no hago mención de ellas.

Resta únicamente hablar de la llamada larga, reina de todas, la cual se está debidamente coordinada, admira y arrebata la atención de cuantos la oyen bien sean antiguos, bien sean modernos en la afición.

No falta empero sujetos excepcionales que pretenden deprimirla, queriéndola posponer a la jerga y algarabía de que abundan hasta los pájaros más toscos de los montes, siquiera se perciba en su baturrillo, llamadas cortas de todo género, mejor o peor arregladas.

Pero, ¿hay aficionado alguno que haya oído, ni en el campo ni en población (hasta que no vinieron a Priego, pueblo modelo en el buen gusto de las aficiones) pájaros con la gran llamada larga? Me parece que oigo contestar a algunos: que tanto los pájaros de campo como los de jaula siempre han cantado rechio, el cual por consiguiente, lejos de ser cosa nueva y extraordinaria, es por el contrario bastante común.

Ésta podrá ser respuesta para el poco inteligente, mas no lo es para el que sepa discenir el canto y dar a cada cosa su verdadero valor. Cierto es que casi todos los colorines articulan con frecuencia el ree-chio; pero yo les replicaré a mi vez: ¿han oído echarla desde luego en llamada de flor o en cara, esto es, puramente eliminada de toda mezcla de su demás música? En ese apuro sin escape, no podrán ya responderme; pues seguramente ni en el campo ni en poblado habrán jamás oído pájaro alguno con la llamada larga en cara hasta que no vinieron de Priego. Desvanecidos los reparos y objeciones de los adversarios, de la nunca bien elogiada y ponderada llamada larga, ocupémonos de su análisis y examen.

La llamada larga consta de tres partes: salida, revuelta o carretilla y final o remate. Tocante a la salida es igual a la de la llamada corta y debe observarse por tanto la regla en ella establecida que doy aquí por reproducida en gracia de la brevedad. Lo que la diferencia esencionalmente de la llamada corta es la segunda parte, o sea, la revuelta o carretilla; y por lo tanto, merece nos detengamos un poco más en explicar sus requisitos y condiciones. Se necesita para que sea arreglada y admirable:

Que esté en el mismo tono que la salida porque si es más alta o más baja pierde el mérito por desentonada.

Que no sea breve en su tiempo y duración, advirtiéndose que debe invertirse en ella la cuarta parte de espacio por lo menos que el pájaro gaste en la salida. Así por ejemplo: bli-bli-blibli-blibli-re-é-chio; y que la llamada será mejor y más elegante, mientras la revuelta sea más prolongada.

Que sea bien trinada o redoblada, pues si fuese floja o pausada, dejaría de ser airosa y agradable.

En fin, que sea limpia, ametalada, clara y no serdeosa para que no parezca canto de cigarra.

Que ya sólo por hablar de la tercera parte de la llamada larga, que así como en la corta es el final o remate, es decir, el chio. Siendo el término o punto que cierra o concluye las llamadas, lejos de ser cosa insignificante en ellas, tiene no poca importancia. Para que el chio sea bueno, requiere ser corto y lleno pues si fuese largo y desmayado y con cierto dejillo a eco, nos hará dudar si la llamada es de chio u otra diversa. Creo haber cumplido mi propósito que no ha sido otro que el de emitir francamente mis opiniones, no con la deliberación de atacar las contrarias, sino con el designio de fomentar y promover la sencilla y graciosa afición que ha sido objeto de este escrito"

Un antecedente del código de canto.

Un texto de incalculable valor histórico.

El discurso no es sólo un alegato en defensa del valor de una afición, sino que constituye el primer antecedente que nos ha llegado escrito de un código de canto.

El manuscrito se encontró entre los papeles de D.Jose Serrano aguilera, erudito local, que lo había conservado y que se rescató de entre la documentación que se encontraba en su casa antes de ser derribada.

Antigüedad del código de canto: III parte.

El contenido del manuscrito de Silvestrísimo de 1830 comparado con el actual código de canto de la F.A.C

En los dos números anteriores de " caza deportiva" hemos comentado; en el primero, sucintamente el discurso de J. Ortiz, quien en 1830 nos pergeña un auténtico código de canto del jilguero; en el segundo hemos, reproducido el texto íntegro del discurso publicado en el periódico ADARVE (nº 300 de 15 noviembre 1988). 158 años después de que su autor leyese en Granada el 28 de noviembre del año principio meritado.

Ahora nos proponemos analizar el contenido de dicho escrito y compararlo con el código oficial de canto de la federación Andaluza de Caza, para lo que en primer lugar e necesario antes que nada discernir si estamos ante una codificación o simplemente ante una relación de cantos de jilguero, cuestión para la que nos aporta luz el diccionario en sus términos "código" y "codificar". Como código entre las diversas acepciones del término encontramos el de "recopilación de reglas preceptos sobre una materia" y como codificar "hacer o formar un cuerpo de normas metódico y sistemático". Sin duda el discurso dentro de su brevedad constituye una recopilación de reglas o preceptos sobre el canto del jilguero y además constituyen un todo metódico y sistemático.

La comparación con el código actual tiene que plantearse sin perder la perspectiva histórica y salvando el paso de no sólo 171 años, sino de los últimos 171 años en los que nuestra sociedad ha cambiado y evolucionado a un ritmo sin paragón en ningún tiempo pretérito.

Hoy seguimos manteniendo el igual que siempre, como hilo conductor de lo que conocemos como silvestrísimo, el amor al canto de los pájaros, y el desafío de poder imbuir a un pájaro capturado de la naturaleza unos modelos de cante cultivado, que en el argot actual y en la obra que estamos comentando de 1830 se conocen como "obra".

Ahora bien, supeditado en 1830 al simple cultivo del cante sin apartarse del "idioma, impreso por la naturaleza" y actualmente a la obtención de ese pájaro que se adapta a los cánones del código y además es capaz de competir con otros a nivel de deporte de alta competición.

El código de 1830 reduce el canto del jilguero a los apartados siguientes:

1º- Quejas o halagos, pitoleo y señal.

2º-Música o trama corrida de su canto.

3º-Llamadas o sonadas.

El código de la F.A.C. lo agrupa en seis apartados.

1º- Colios, quejas o adornos.

2º- Cantes básicos (llamadas).

3º- Coplas sin remate.

4º- Coplas de dos a cinco cambios rematadas en chio o con terminación y remate.

5º- Impresión positiva del juez.

6º- Penalizaciones.

 

Pedro Trueba Tejero.

El contenido del manuscrito de Silvestrísimo de 1830 comparado con el actual código de canto de la F.A.C

En los dos números anteriores de " caza deportiva" hemos comentado; en el primero, sucintamente el discurso de J. Ortiz, quien en 1830 nos pergeña un auténtico código de canto del jilguero; en el segundo hemos, reproducido el texto íntegro del discurso publicado en el periódico ADARVE (nº 300 de 15 noviembre 1988). 158 años después de que su autor leyese en Granada el 28 de noviembre del año principio meritado.

Ahora nos proponemos analizar el contenido de dicho escrito y compararlo con el código oficial de canto de la federación Andaluza de Caza, para lo que en primer lugar e necesario antes que nada discernir si estamos ante una codificación o simplemente ante una relación de cantos de jilguero, cuestión para la que nos aporta luz el diccionario en sus términos "código" y "codificar". Como código entre las diversas acepciones del término encontramos el de "recopilación de reglas preceptos sobre una materia" y como codificar "hacer o formar un cuerpo de normas metódico y sistemático". Sin duda el discurso dentro de su brevedad constituye una recopilación de reglas o preceptos sobre el canto del jilguero y además constituyen un todo metódico y sistemático.

La comparación con el código actual tiene que plantearse sin perder la perspectiva histórica y salvando el paso de no sólo 171 años, sino de los últimos 171 años en los que nuestra sociedad ha cambiado y evolucionado a un ritmo sin paragón en ningún tiempo pretérito.

Hoy seguimos manteniendo el igual que siempre, como hilo conductor de lo que conocemos como silvestrísimo, el amor al canto de los pájaros, y el desafío de poder imbuir a un pájaro capturado de la naturaleza unos modelos de cante cultivado, que en el argot actual y en la obra que estamos comentando de 1830 se conocen como "obra".

Ahora bien, supeditado en 1830 al simple cultivo del cante sin apartarse del "idioma, impreso por la naturaleza" y actualmente a la obtención de ese pájaro que se adapta a los cánones del código y además es capaz de competir con otros a nivel de deporte de alta competición.

El código de 1830 reduce el canto del jilguero a los apartados siguientes:

1º- Quejas o halagos, pitoleo y señal.

2º-Música o trama corrida de su canto.

3º-Llamadas o sonadas.

El código de la F.A.C. lo agrupa en seis apartados.

1º- Colios, quejas o adornos.

2º- Cantes básicos (llamadas).

3º- Coplas sin remate.

4º- Coplas de dos a cinco cambios rematadas en chio o con terminación y remate.

5º- Impresión positiva del juez.

6º- Penalizaciones.

 

Pedro Trueba Tejero